El abusador interno
- Victoria Sagardía Calderón
- 8 may 2021
- 7 Min. de lectura
(y otros cuentos de la niñez)
Desde niña, recuerdo que se me recompensaba el poner a los demás antes de mí. Recuerdo también que a los varones se les fomentaba, bajo el disfraz de liderazgo, la dominancia, la dureza, y el pegar antes de que les peguen. En un entorno cultural en donde todavía existen tantas personas que le pegan a sus hijes (y que lo justifican), tenemos que entender lo siguiente: las raíces de la agresión en nuestra cultura surgen de la niñez.
Pronto estaré hablando sobre cómo la colonización nutrió el desarrollo de este paradigma violento, pero por hoy me he decidido a honrar ese período formativo que tantos queremos describir como mágico y libre, pero que dentro de un sistema violento y machista, es realmente traumático. Para TODES.

Trauma "Big T" y "Little t"
Como cultura, tendemos a llamarle "trauma" sólo a experiencias como accidentes de automóvil y vivir en zonas de guerra. Sin embargo, la ciencia nos demuestra que el trauma es mucho más complicado (y común) que eso. La palabra trauma esencialmente describe una experiencia de dolor, ansiedad, o angustia sin resolución. Esto puede implicar, desde ser bebé y no poder alcanzar un vasito por no tener control de las extremidades, hasta un bombardeo en el pueblo en que uno vive. Al contrario de lo que muchas personas creen, no es posible criar a alguien sin trauma. No porque no podamos mejorar nuestra conducta y evolucionar nuestros estilos de crianza, sino porque, aún cuando hacemos eso, van a haber situaciones fuera de nuestro control que son traumatizantes.
Existen en la comunidad de psicólogues y especialistas en trauma estadounidense los términos "big T trauma" y "little t trauma." Estos comunican la diferencia entre los eventos traumáticos que no están relacionados al abuso y la agresión de los que sí. A pesar de que me gusta la eficiencia de estas expresiones, muches tendemos a sacarlas de contexto, como si "big T" fueran los traumas importantes y "little t" los menos importantes, a los que potencialmente les podríamos dar pichón por toda la vida. Desafortunadamente, este tipo de vagancia privilegiada, en donde decidimos cuáles tipos de trauma "ameritan" terapia es exactamente la razón por la cual tantos agresores no han buscado ayuda. Porque, en la sociedad machista en la que vivimos, no consideramos que la manera en que criamos a nuestres niñes es traumática, y que está detrás de la epidemia de violencia de género que estamos viviendo.
¿Cómo llegamos aquí?
Vivimos en un sistema producto de siglos de colonización, y del trauma que eso implica. El patriarcado, por ejemplo, fue impuesto por los invasores europeos, y esa imposición fue parte de una agenda violenta, en donde, no sólo se agredió la espina dorsal matrilineal de la sociedad taína (OJO: NO es lo mismo que matriarcal), sino que también funcionó para atacar la autonomía agrícola de las tribus locales, cuyo sistema de agricultura, que componía 80% de la alimentación taína, lo manejaban las mujeres. Esto también afectó a la población africana esclavizada, que venían, en gran parte, de culturas en donde las mujeres estaban a cargo de la agricultura y la cosecha. Esto vino de la mano con la implementación gradual del alcoholismo (cosa que hicieron los ingleses también en Norteamérica, especialmente mediante las reservas indígenas), y eventualmente, con el gobierno estadounidense, las sustancias controladas. Estaré pronto publicando un artículo con más información sobre esto, así que pendientes.
Si le damos fast forward, tenemos un sistema producto de siglos de colonización violenta y machista, en donde la agresión sexual afectó a TODAS las identidades de género. Y, mientras sufríamos agresiones, esclavitud y libreta de jornada, se glorificaba el terrateniente blanco, el "macho" original. Esta fue una de las campañas propagandísticas del Caribe y las Américas más efectiva y manipuladora. Hoy en día todavía criamos a les niñes para perdonar, glorificar, y potencialmente convertirse en el arquetipo del macho abusador, que podía hacer lo que quisiera con sus cosas, "su" tierra, y la gente que lo rodea.
La niñez en un sistema abusivo
Desafortunadamente, vivimos en una fábrica de agresores. Lo que está viviendo mi generación no es nada nuevo. Nosotres lo aprendimos de la generación de nuestres padres, y elles de la anterior. Llevamos siglos así. Hay montones de organizaciones feministas educativas que se han dedicado a hablar de la necesidad de educación sexual y educación con perspectiva de género en las escuelas, y recomiendo que las sigan. Yo hoy le quiero añadir a esa lista la NECESIDAD de educar a la población puertorriqueña sobre salud mental, específicamente, trabajo con trauma. Porque les niñes no nacen machistas ni abusadores - lo aprenden.
Una de las dinámicas abusivas más comunes que vemos en Puerto Rico es el estilo relacional narcisista-codependiente. Esta es una dinámica de abuso tan común en Puerto Rico, que muchas personas tienden a tratarla como normal y hasta saludable. Esencialmente, se compone de dos partes:
1) narcisista: una persona que asocia la empatía y la conexión con peligro, por lo cual se desasocia en gran parte de las emociones del codependiente. Esta es la persona que necesita que todo gire alrededor de elle constantemente, hasta el punto que requiere que su familia, amistades, pareja etc. se desasocie casi por completo de su propio sentido de identidad y asuma el papel de constantemente estar buscando cómo complacerle. En caso de que alguien se salga de este rol (a propósito o sin querer), el narcisista se pone agresivo (puede ser física o verbalmente) y "pone sus límites" de forma abusiva. Quien se relaciona con una persona narcisista tiende a sobre-extenderse con el fin de evadir estas ráfagas agresivas de parte del narcisista.
OJO: Un narcisista NO es una persona "que se quiere mucho." Al contrario, les narcisistas tienen autoestimas bien bajas.
2) codependiente: una persona que se ha casi completamente desasociado de su propio sentido de identidad (esto incluye, deseos, necesidades y límites) con el fin de apaciguar a una persona narcisista en su vida. Esta persona aprendió que dejar de ser sí misma y suprimir sus necesidades es más seguro, y opera desde una perspectiva de que quien es naturalmente no es en realidad muy querible. Desde este espacio de vergüenza ("shame") hacia sí misme, mantiene su relación con la persona narcisista porque se cree genuinamente que nadie más le va a querer. Tienden a operar desde la idea de que su mera existencia es un estorbo o una carga, y piden perdón MUCHO.
Muches nos imaginamos esta dinámica en contextos románticos y se nos hace un nudo en el estómago. Más desgarradora todavía es la realidad de que, por la mayor parte, esta dinámica la aprendemos en la niñez. Esto es un estilo relacional APRENDIDO, que no tiene nada que ver con quién uno es en esencia. La aprendemos en nuestros años formativos (niñez y adolescencia) y la traemos a la adultez.
El abusador interno
Les que hemos sufrido en manos de un narcisista sabemos que después de salir de ese entorno uno opera desde un espacio de culpabilidad y repudio hacia una misma. ¿Qué pasa? Dentro del sistema en que estamos, no importa cuál sea tu identidad de género, se nos fomenta que nos convirtamos en ese macho glorificado que asociamos con poder y control. Esto significa que muches de nosotres, cuando queremos sanar de situaciones en donde fuimos victimizades, lo que se nos fomenta es que nos volvamos duros, crueles, y abusadores. En otras palabras, nunca sanamos a nuestra víctima interna, sólo la suprimimos.
Desafortunadamente, vivimos en un sistema en donde a los hombres se les fomenta que laceren sus emociones. Que se despeguen por completo de ellas. Esa auto-mutilación emocional comienza en la niñez, en donde se les inculca que nunca serían suficientemente fuertes si continúan siendo "suaves" o emocionales. El hablar de las emociones de los hombres está tan fuera de lo normal en la sociedad en que vivimos que muchas personas que me leen probablemente se preguntarán si lo que estoy abogando es que las mujeres tenemos que responsabilizarnos por la labor emocional de los hombres. Porque las conversaciones sobre la vulnerabilidad de los hombres con demasiada frecuencia se dan en un contexto de justificación y normalización de conductas abusivas, y rara la vez se dan en contextos terapéuticos.
Sin embargo, la realidad es que la persona narcisista y la persona codependiente tienen exactamente el mismo trasfondo traumático. La única diferencia es que el narcisista nunca encontró la manera de apaciguar o "calmar" a su agresor y el codependiente sí (aún cuando fue de maneras súper traumatizantes). Y este precisamente es el perfil que estamos viendo con la violencia de género.
Aquí llega la parte que para mí es la más difícil de todo esto: cada codependiente tiene la capacidad de "convertirse" en narcisista, y viceversa. Fue la misma semilla que se nos sembró, y, si queremos verdaderamente sanar como cultura tenemos que sacar la mata desde la raíz. Vivimos en un sistema que premia la macharranería y que castiga a los hombres por hablar de sus emociones y buscar ayuda. Hombre que me lee: el compromiso con la salud mental hay que hacerlo aunque parezca innecesario, aunque te de ansiedad, aunque te cale los huesos, aunque te sientas que tú no eres de los malos. Esas sensaciones de tristeza, aislamiento, represión, de tener que justificar tu existencia y de no ser suficiente son aspectos tuyos que llevan tratando de hablarte hace rato.
Nos toca
La realidad es simple, aunque no fácil. Hay que hacer el trabajo. El trabajo mental y emocional difícil, el que duele y el que nos cambia la vida por completo. Hay que saber exactamente cómo se comporta el agresor internalizado (que todes tenemos, por más que nos incomode la idea). No seremos genuinamente capaces de generar lo bueno si no conocemos todo lo malo de lo que somos capaces. Hombre que me lee: busca ayuda aunque no creas que te haga falta. Hay mucho que deconstruir.
***En este artículo he intentado resumir lo mejor posible unos conceptos que ameritan exploración. Pronto estaré compartiendo más información y recursos para quien quiere un empujoncito adicional en direcciones educativas y saludables.
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